Después de un mes en mi Villarrobledo natal. Después de recorrer sus calles. Después de buscar su Historia. Después de buscar mi Historia… ha llegado el día de la partida. Es hora de empezar el nuevo curso escolar.
Un día, hace ya mucho, mi padre me regaló un libro ajado y maltrecho, sin cubierta… era la Historia de mi pueblo escrita por Agustín Sandoval; una primera edición que él conservaba y que se convirtió en mi primer libro de historia. Me la leí, me la releí… y aún hoy vuelvo a ella cientos de tardes para releerla.
El reloj de sol que ha marcado el devenir de la ciudad. Ayuntamiento
He pasado por nuestra Plaza Vieja hace un momento, despidiéndome. Allí estaba el busto de don Agustín, con la mirada perdida, embelesado en el trajín diario de sus paisanos: en los que pasan, en los que llegan, en los que salen a desayunar… ahí está mirando a los abuelos sentados en el parasol de piedras centenarias de San Blas, que se renuevan perpetuamente allí sentados. La Plaza Vieja, más nueva que nunca, centro histórico y neurálgico de la ciudad… Todas las generaciones de villarrobletanos han pasado por allí. Todos los acontecimientos importantes de nuestra vida se han dado cita allí.
Hoy se notaba el ambiente otoñal que se aproxima, que unido al despido y final de las vacaciones, no puede sino renacer un sentimiento de nostalgia. Hago míos los versos de Agustín Sandoval, el que fuera cronista de la ciudad, con los que una vez más me identifico profundamente:
He aquí Villarrobledo, en plena Mancha,
con vestigios aún de su pasado,
que van aniquilando las piquetas
para elevar los muros del progreso.
Está poblado ya de caras nuevas
que a los de más edad le son extrañas
y apenas se acomoda su presente
a los ojos cansados de los viejos.
[…]
Estas fueron sus casas y, ante ellas,
hay quien evoca sus remotos días.
El visitante siente la atadura
de sus antiguos lazos afectivos,
viendo pasar sus tiempos más felices
de bellas si perdidas ilusiones.
Nostalgia y sed de mi pueblo de A.S.
Historia en las calles de Villarrobledo
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Cada vez que me despido
me despido para siempre.
Pero Dios me lo permite
y la despedida vuelve.
Desde el tren te digo adiós
una vez más -¿cuántas veces?-
y miro mientras me alejo
hasta de vista perderte.
¡Mi pueblo!, Villarrobledo,
tengo el dolor del ausente.
Tú olvidándote de mí
y yo empeñado en quererte.
[…]
Despedida de A.S.
Agustín Sandoval Mulleras (1904-1994)
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