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El palacio versallesco de los Gosálvez en Casas de Benítez (CU). Villalgordo del Júcar (Albacete) – 2016-I-03

¡Ay lectores míos! ¡Cuán abandonados os tengo!

Llevo unos días pensando en esta entrada, y me sorprendo algunas veces riendo yo solo por las calles albaceteñas por las ocurrencias, a cada cual más disparatada, que os contaría. Lástima que después la Señora Prudencia me dice “detente en ti” (como cita un antiguo verso de una oración popular de mi Villarrobledo natal).

Hoy viajamos 50 Km. al Noroeste de la provincia albaceteña, a Villalgordo del Júcar. Población de unos 1500 habitantes a orillas del río Júcar, que hace además de frontera natural con el término de Casas de Benítez (Cuenca), donde se halla nuestro palacio (de ahí el título rebuscado de la entrada). Del resto del pueblo se puede destacar su iglesia parroquial de Santa María Magdalena, de una sola nave, que data del s. XVII; tosca y sin muchas florituras.

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Recreación del palacio de los Gosálvez, al más puro estilo de Versalles

Fue el pasado 3 de enero, con la resaca de las navidades aún en nuestros cuerpos cuando viajé con mi amiga Carmen y mi pequeño Manu a esta localidad. Después del café en una auténtica fonda donde las mujeres son miradas con extrañeza, salimos con la energía suficiente para combatir el recio frio manchego.

El acceso al palacio está prohibido, vamos a empezar por ahí. Pero no os preocupéis queridos lectores, el edificio está más transitado que el Pincho de la feria el día 8 de septiembre. Y no solo por humanos…

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Foto de época. El palacio y su fuente la Zarina en su explendor

Hay que cruzar el río para llegar, por tanto estaréis en Cuenca sin necesidad de pasaporte, pero es curioso porque Villalgordo está a un tiro de piedra con honda. Todo el paraje está acotado por una valla… pero ríanse ustedes de las medidas de seguridad. Está cortada cada pocos metros, que si no te gusta este hueco, pues entro por aquel otro…

El ambiente es fantasmagórico… y más en enero soplando un viento que chilla entre ramas y viejas puertas. Es de esos edificios que de vez en cuando la gente recomienda para hacer psicofonías o lugares donde el tiempo se detuvo y las mecedoras siguen meciéndose las noches de luna llena.

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Balconada superior

El complejo palaciego hay que dividirlo en tres sectores: Entrada, fábrica y palacio. Por ponernos al corriente hay que decirque se empezó a construir en 1902 por Enrique Gosálvez y Fuentes de Álvarez. Abandonado en la década de 1960, por la decadencia de la familia Gosálvez y tras el fallecimiento en 1964 de Modesto Gosálvez y Fuentes Manresa. Saqueado y expoliado desde entonces por visitantes, turistas y vecinos del pueblo: “¡María voy al palacio a por unas tejas!” “¡Paco tráete unas puertas para el comedor!” “¿Quieres unas baldosas hidráulicas?”… Y así todo, el tiempo y el polvo no hacen tanto destrozo como el ser humano. En 1993 se declaró BIC (Bien de interés cultural), y en 2006 la «Asociación Amigos del Palacio de los Gosálvez y su entorno» consiguió que el empresario hotelero Núñez Ruiz lo comprara para su rehabilitación: hotel, salones de bodas, golf… era el futuro que se abortó a partir del 15 de septiembre de 2008 con la quiebra del Lehman Brother… digo yo.

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Entrada antigua al complejo palaciego y fabril

La ENTRADA al complejo estaba jalonada por dos garitas que aún guardan el esplendor de antaño. Cúpulas cuadrangulares azules que destacan hoy en día entre un paisaje melancólico. Esa fue la entrada a la fábrica, al palacio y a la aldea “Las Casillas” en donde 300 empleados vivían. Esta última tenía escuela, puesto de socorro médico y capilla propia como no podía ser menos en la época. Ahí también están las caballerizas.

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La maltrecha iglesia, con su retablo cerámico saqueado

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Iglesia y detalle del altar

La Iglesia, de una sola nave aún luce su altar al raso. Lo único que queda cubierto es una pequeña y casi ridícula sacristía junto al ábside neo-gótico. El altar muestras las iniciales E.G., y no del que fuera nuestro abuelo Emilio Gento, sino de Enrique Gosálvez.

La FÁBRICA, principal industria de la zona durante años, era de conservas, de bebidas alcohólicas, una fábrica de harinas y otra de hilados. Que junto a una papelera (de la que solo queda los cimientos y los arcos para que al agua pasase y produjera le energía necesaria) fueron el motivo de tamaña obra. Aún se aprecia el tejado escalonado típico de la “Revolución Industrial” londinense, con el fin de hacer ventanales en ellos y así que los obreros trabajasen más tiempo con luz.

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Fábricas

La papelera «Puente de Don Juan» fue el primitivo origen de todo. Data del s. XIX, y que se convirtió en la segunda fábrica en España de papel continuo. Su producción fue trasladada durante la Guerra Civil y el edificio fue abandonado.

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Castillo que confrenta con el paseo de plataneros centenarios

Muy cerca se encuentra un castillo, casi de juguete, en línea recta con la entrada y la fábrica (es por aquí el acceso secreto del turista tras sortear de manera clandestina y furtiva la primera valla).

Desde ahí surge un paseo lleno de espectacular belleza. Plataneros con más de 150 años emergen altivos al lado del camino que lleva al palacio. Recorrer esos 50 metros en silencio sobrecoge. Puedes oír el traqueteo del cabriolé del señor llegando a casa… La verdad es que yo oía voces… y os diré más lectores, yo ví niños correr… y al fondo vi hombres andar muy despacio… al final le dije a mi amiga Carmen: “Oye… ¿tú también ves esos niños correr allí?”; me tranquilizó la respuesta afirmativa, y es que señores lo que os he dicho, el palacio está transitadísimo.

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Los mudos plataneros que invitan al palacio

El PALACIO es una maravilla. No puedo imaginar el esplendor que pudo llegar a tener. De estilo francés versallesco (vamos que os podéis ahorrar un viaje a París cambiándolo por Villalgordo y contorná), con detalles modernistas típicos de la época. Tiene una parte central y dos alas laterales que forman una placeta en donde estuvo la Zarina. «La Zarina» fue una fuente a los Gosálvez por Alejandra, la esposa del zar ruso Nicolás II. No vayáis a buscarla… ahora estará en algún chalete de la zona, junto a las tejas de zinc saqueados, al igual que gran parte del palacio.

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Ala derecha del palacio y lugar de la «Zarina»

Yo al palacio no me asomé mucho, más allá de donde me aconsejó la virtud cardinal llamada Prudencia. Así que nos fiaremos de otros intrépidos aventureros, que osados ellos, no solo exploraron el palacio, sino que lo dejaron escrito en los libros de historia llamados wiquipedia:

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Maltrecha chimenea, cuyos atlantes han sido decapitados

Ala Central: Este consta de dos plantas y una tercera integrada en el tejado. Su planta mide 12,6 m. de ancho por 32 m. de largo. Además, el edificio cuenta con un gran balcón de 9 m. de largo en su entrada principal y una pequeña torreta en el centro del tejado que sirve de mirador. El tejado era de zinc y fue saqueado al igual que gran parte del palacio, quedando solo el tejado de madera que estaba revestido de zinc.

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Salón principal que deja ver el sótano y la chimenea de carbón

En el interior, entrando por la puerta principal, nos encontramos con una gran entrada y una chimenea de carbón. También hay una escalera imperial, que está muy deteriorada, y otra escalera de caracol. El mobiliario fue saqueado y las decoraciones de techo y paredes están en muy mal estado.

Ala Izquierda: Tiene un ancho de 13 m. por unos 40 m. de largo, dando lugar a un espacio de 520 m². En el interior se encontraba una gran estancia llamada sala de los espejos. Esta contenía una fuente artificial y dibujos. También había otra estancia que contiene una chimenea con la insignia de Enrique Gosálvez.

Ala derecha: Idéntica en dimensiones y distribución a la otra ala, esta sala contiene pequeñas habitaciones y aseos, una cristalera y la mayor entrada al sótano.

 

 

 

 

Categorías: 2016 - Viajes del año, Villalgordo del Júcar | Etiquetas: , , | 5 comentarios

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